Soprano de origen griego
- Una de las mejores cantantes de ópera del siglo XX.
- Óperas: Tristán e Isolda, Rigoletto, La traviata...
- Padres: George Kalogeropoulos y Evangelia Dimitriadis
- Cónyuges: Giovanni Battista Meneghini (1949-1959)
- Pareja: Aristóteles Onassis (1959-1968)
- Nombre: Maria Anna Cecilia Sofia Kalogeropoulos
- Apodo: La Divina
- Altura: 1,70 m
María Callas nació el 2 de diciembre de 1923 en Nueva York.
Hija de George Kalogeropoulos y Evangelia Dimitriadis, emigrantes griegos. Sus padres vieron en el enorme talento musical de su hija, entonces feúcha, miope y más bien gordita, la puerta de escape a la miseria familiar.
Debido a las dificultades económicas de su familia, regresó a Grecia con su madre en 1937.
Se inscribió en el Conservatorio de Atenas, estudiando con Elvira da Hidalgo, una renombrada soprano además de una excelente profesora.
Hizo su debut en 1941 con la obra Tosca de Giacomo Puccini en la Ópera de Atenas. Estuvo cantando en Atenas durante varios años antes de realizar su debut italiano con La Gioconda de Ponchielli en Verona en el año 1947. Esta producción de La Gioconda estuvo dirigida por Tullio Serafin, quien se convirtió en su mentor musical.
De adolescente rozó los 100 kg y se transformó en una mujer de 69 y ciento setenta centímetros de altura cuando su voz y su genio alcanzaban su cima. Los inicios de su carrera fueron interpretando papeles dramáticos como Isolda, Brünnhilde y Aida.
En 1949 se casó con el industrial italiano Giovanni Battista Meneghini, 30 años mayor que ella, que se iba a transformar no solo en su esposo sino también en su mánager, protector, financista y dietólogo. Estuvieron diez años casados.
En 1959, Callas conoció al naviero griego Aristóteles Onassis, por el que abandonó a su marido Giovanni Meneghini.
Desde 1949, animada por Tullio Serafin, se decantó por la coloratura de papeles que pertenecen al bel canto; entre ellos Norma, Lucia di Lammermoor y varios personajes de óperas italianas olvidadas durante mucho tiempo.
Reconocida especialmente por el color especial de su voz, su presencia dramática y su musicalidad, cantó sobre todo en La Scala de Milán, en las óperas de Roma y París, el Covent Garden de Londres y el Metropolitan Opera House de Nueva York.
En 1965, realizó su última representación operística con Tosca en el Covent Garden de Londres. En ese momento tenía 41 años. Tres años más tarde, Aristóteles Onassis dejó a María Callas por Jacqueline Kennedy. Durante la última década de su vida, vivió prácticamente recluida en París.
Realizó pequeñas apariciones con di Stefano e impartió una serie de clases maestras en el Juilliard School de Nueva York entre los años 1971 y 1972.
Una anécdota cuenta que, siendo miope, no toleraba las lentillas y tampoco quería salir a escena con gafas, así que actuó sin ver muy bien lo que le rodeaba. Se cuenta que una noche de invierno, en la Scala de Milán, cantó ante un público integrado mayoritariamente por partidarios acérrimos de la otra gran soprano del momento, Renata Tebaldi. Al término de la representación, estos bombardearon el escenario con toda suerte de frutas y hortalizas. La Callas no se dio cuenta de nada... hasta que se agachó para recoger un manojo de puerros. Sonriente, digna, sin perder su sangre fría, la diva se irguió con su ramo horto-frutícola entre los brazos, pidió silencio a la sala y preguntó: "¿Dónde consiguen unas verduras tan frescas en invierno?".
En su libro María Callas, la tigresa y el cordero, David Bret sostiene que la diva tenía la obsesión de seducir y "rescatar" homosexuales. Así intentó en vano enamorar a Leonard Bernstein, Luchino Visconti, Franco Zeffirelli y Pier Paolo Pasolini, convencida, según Bret, de que ningún homosexual podría resistir su amor.
María Callas falleció el 16 de septiembre de 1977 de un ataque al corazón en su piso parisino. En 1979, sus cenizas fueron esparcidas en el mar Egeo.